A solo 20 minutos de Bogotá los guerrilleros de las Farc caminaban uniformados y con fusil. Su plan era entrar por el Sumapaz para tomarse Bogotá, hasta que en el 2000 los militares decidieron enfrentarlos a sangre y fuego
Operación Aniquilador A espaldas del general Euclides Sánchez estaba un óleo de Simón Bolívar de más de dos metros. Era el año 1999. Sánchez era el comandante de la V Brigada del Ejército. Bajo la mirada tutelar del libertador, el General Euclides trazó Aniquilador II, el plan para la retoma del páramo del Sumapaz.
Un año antes, Henry Castellanos - Romaña - había hecho formar a sus hombres en el plan de las Águilas, corazón del páramo. Parados 1,100 guerrilleros, y al lado más de 250 vehículos de uso de las Farc. Una demostración de poder; la orden del Secretariado era que por este rincón sería la toma de la capital.
Era una prioridad que el Ejército controlara la zona. Por la carretera que sale de Usme entraron los camiones - recorriendo las mismas carreteras que desde cero construyó Romaña - para tomar a como diera lugar este frío paraje. Así comenzó la Operación Aniquilador II.
Era el 2000 y en el páramo de Sumapaz no se podía librar la guerra sin restricciones. Por eso el gobernador Andrés González y el alcalde Enrique Peñalosa firmaron los decretos los decretos 02687, 780, 781 y 782. Así en el rincón sur del distrito de Bogotá quedaron permitidas las operaciones militares.
Según el Ejército el batallón en el plan de las Águilas llegaron 1,000 soldados, pero según los informes de Presidencia y el Sindicato de Trabajadores Agrícolas de Sumapaz eran en realidad 4,000. Así comenzó la retoma del páramo.
Tanquetas cascabel y helicópteros salieron de Bogotá. En 25 días presentaron los primeros informes: lograron entrar por primera vez caminando a San Juan y el Plan de Sumapaz, al cerro de los Mortiños y después de mucho años lograron recorrer Cabrera.
Sin moverse, bajo la lluvia paramuna y el frío punzante, lucharon 18 días en un solo punto para poder pisar el Cerro Alto del Águila. Desde ese día no dejan ese terreno sin un soldado. El Batallón de Alta Montaña No. 1 fue construido alrededor de ese montículo. En la región recuerdan que ese mismo espacio era el lugar que Romaña había escogido para la formación aquella de sus guerrilleros.
En esos primeros días de la operación Aniquilador II encontraron cinco campamentos guerrilleros donde dormían 1,200 personas, además de 14,000 cartuchos y 89 cilindros bombas. 20 guerrilleros muertos
Para los militares colombianos era una necesidad desplegar la Columna Contra Guerrilla Móvil 1 y la Fuerza de Despliegue Rápido - Fudra - pues guerrilleros armadas, uniformados y con brazalete caminaban por las cercas que separan el barrio de Usme y los potreros de cada casa.
La región a controlar es de 16,000 kilómetros cuadrados, 10 veces el tamaño de Bogotá. Era por donde la guerrilla conectaba los Llanos Orientales con el resto del país, además de conectar a Bogotá con la Amazonía y el Pacífico. Era la autopista por donde salían y entraban de la Zona de Distensión en el Caguán. En la VII Conferencia de las Farc quedó decidido que cuando se tomaran la capital, lo harían marchando sobre el Sumapaz.
El páramo, después de años de lucha lo conquistaron. Pero por el Duda no pudieron bajar. Llegaron hasta la laguna El Mortiño, y de ahí para abajo era zona vedada. Los campesinos recuerdan que la gran batalla en que las Farc le impidió al Ejército entrar al Duda, capturaron a Cachetes, la pareja de Romaña durante 15 años. Según ellos, por 15 días se escucharon los gritos por todo el valle. Dicen que la torturaron y que a cada persona que pasaba, la usaban como correo humano: “Dígale a Romaña que venga y la saque.”
Por 15 años los comandantes de las Farc vivieron sin mayores contratiempos en el Cañón del Duda. Eran los que impulsaban la economía de la región: 1,500 hombres consumen mucha comida, y además tenían escuelas de ideología comunista y revolucionaria en todas las veredes. Los campesinos realmente los querían.
Esa relación hizo que la entrada del Ejército fuera conflictiva. Eran vistos todos como guerrilleros o ayudantes de la guerrilla. La relación no fue - y sigue sin serlo - cordial. Por lo menos una vez al mes algún campesino radica una queja, escrita o por lo menos verbal, en la base militar de La Uribe. Casi siempre es por lo mismo: cuando algunos soldados pasaban por casas vacías, se comen el mercado de los campesinos que están de viaje.
Pero no son todos. Algunos capitanes han logrado ganarse la confianza de los habitantes, y son los que tienen que estar al frente de los reclamos de abuso de autoridad que hacen los soldados frente a algunos campesinos.
En el 2016 se firmó el acuerdo entre el gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla de las Farc - Ep quienes en el 2017 entregaron todos los fusiles. Cada día es más común ver soldados patrullando por el Canón del Duda, por donde no ha bajado ningún delegado del nuevo partido político Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común. Los campesinos tampoco le apuestan a la política, y la mayoría no piensa bajar a votar estas elecciones: perdieron el incentivo cuando las circunscripciones especiales de paz se hundieron en el Congreso.
Las minas ya no están sobre los caminos, y quedaron alrededor de algunos antiguos campamentos. En la zona no hay disidencias, ni paramilitares, tampoco nuevas guerrillas. El Ejército camina con la tranquilidad de saber que no tendrán una emboscada en cada curva del río. La firma de la paz con las Farc fue más tranquilizante para las tropas que la misma operación Aniquilador II.