“El ejército me quemó hasta los calzoncillos”


Hermes vivía en La Caucha, sede del Secretariado de las Farc en los 80, cuando las FF. MM. desembarcaron buscando caletas de la guerrilla. No quedó nada de su casa
Por: Juan José Jaramillo

 

Todas las mañanas entre entre los años 1985 y 1987, Alfonso Cano y Jacobo Arenas madrugaron y se tomaban el primer café viendo el cañón del Duda desde la baranda de la casa La Caucha. Esta era la finca donde vivió todo el Secretariado - menos Manuel Marulanda que dormía a 2 km para evitar que los mataran a todos juntos - durante los diálogos de paz de La Uribe. El 9 de diciembre de 1990 César Gaviria ordenó bombardear toda la región: la guerra volvía a comenzar. Las tropas del Ejército Nacional decidieron barrer con todas las Farc en la región, quienes huyeron a La Macarena y las selvas del sur del país. Quedaron los campesinos, a quienes el Ejército los veía como guerrilleros de civil.

En la década de los 80 en el Duda vivían unos 5,000 campesinos y cerca de 2,000 guerrilleros. Hoy, 2017, no alcanzan a ser 1,500 campesinos. La región está abandonada. Se ven casas vacías, cultivos caídos y pocos campesinos en los caminos. Uno de los que decidieron quedarse fue Hermes Gómez. Este campesino - que también se ganaba la vida como arriero - nació en Lejanías, Meta, pero quizo venir a sembrar frijol y arveja. En el Duda se dan sin siquiera echarles abono. No tenía finca y tuvo que pedir una prestada. Pidió La Caucha.

Cuando Hermes llegó, ya había aun campesino sembrando esa tierra - que no tiene dueño pero todo el mundo sabe que es de las Farc -. Le dicen Rayo, y es famoso por ser rápido con el machete, y quería cambiar su casa por algo más cercano al casco urbano de la Uribe: de la finca al pueblo hay 3 días a lomo de mula. Las Farc le dijo a Rayo que sí podía cederle la tierra a Hermes, quien fue directamente donde el Batallón 29 con sede en La Uribe. Pidió permiso y le dieron un papel: podía sembrar frijol y arveja en la finca donde antes dormía el Secretariado.

Durante dos años vive tranquilo. Logró tener una vaca y dos marranos, además de 20 gallinas. Estaba tranquilo. Hasta que comenzó el plan para recoger las caletas de las Farc en medio del cumplimiento de la entrega de armas de la guerrilla. Hermes entonces supo que en su finca había una caleta. El lugar donde aterrizarían los hombres de la Comisión Tripartita - ONU, Farc y Gobierno - quedaba a nueve horas en mula. La finca La Caucha es gigantesca. Dos días antes de que se llevaran el deposito de armas aterrizó el Ejército. Venían a asegurar la zona para los verificadores. La misión volar hasta el lugar, recoger las armas y salir para destruirlas.

Hermes estaba en Villavicencio comprando alambre para la finca. Dejó cuidando la casa a un vecino, don Chácharo. Cuando volvió no había nada. Desde el aire vio su casa rodeada de hombres armados. Venía en el helicóptero con la comisión tripartita - lo trajeron así para que llegara pronto y los pudiera guiar hasta la caleta -. La impotencia fue absoluta.

A don Chácharo lo sacó el Ejército de la casa. Orden: tenía que abandonar el lugar. El mercado en su mayoría desaparició, y solo quedaron algunas latas abiertas tiradas en el suelo. Los objetos personales, como ropa, los metieron en un hueco que había a 15 metros de la casa - donde cayó una bomba años atrás - y le prendieron candela. Le quemaron cuatro plantas de gasolina, le desaparecieron otra más, junto con una planta solar. Tampoco estaban las dos motosierras ni la guadaña. El viejo luego contó que le dijeron que eso le pasaba por auxiliador de la guerrilla.

Mientras empacaba las mulas para subir a la comisión contenía la rabia de ver sus pertenencias chamuscadas. En el terreno la respuesta de los soldados fue que le responderían por lo dañado. Lo mismo le dijeron en la carta de respuesta que le envío el Ejército después de la denuncia que hizo el colectivo de campesinos en Bogotá. Pero hasta ahora, nada. Hermes se tuvo que ir de la zona: se convirtió en un objetivo. Trabaja ahora por días en una finca en Cabrera, Cundinamarca, recogiendo arvejas y fríjoles, pero de tanto en tanto hace el viaje de 6 días hasta La Uribe, Meta a visitar amigos y familiares. Eso sí, cuando ve la finca de La Caucha, pasa lo más lejos posible.